Al Abismo
Se veía su silueta apoyada en un árbol, contemplaba el mar e imaginaba todo lo que se encontraba más allá de él. Miraba con tan anhelo que solo podía tener miedo. ¿Era vivir lo que deseaba? ¿Recuperar todos esos años? O era solo morir... Para ella la muerte siempre fue una manera de seguir soñando.
Era a aquellos sueños a los que yo le le temía. Nunca hubo límites en sus sueños, y la verdad es que yo también prefería vivir en un mundo en donde todo es posible.
¿El Problema?... el problema es que en esos sueños nunca hubo espacio para mi. Yo, que le miraba a diario, con aquella extraña expresión con la que ella miraba ahora el vacío extendiéndose ante ella. Me necesitaba, para saber que aún tenía los pies en la tierra, yo era su ancla, algo a que aferrarse cuando sus frustraciones fuesen más grandes que sus sueños.
Hoy, ella estaba ahí para despedirse, estaba pero a la vez no estaba. Ya no podía oír sus suspiros. La veía tan hermosa, tan cruel frente a mi, veía su cabello ondearse con el suave danzar del viento, siendo más que nada. Sentía su crueldad de tenerla tan cerca y no tocarla, de oir su despedida cruel hacia un mundo que nunca entendió, despedirse sin palabras, de tenerla y no tenerla.
¿Es acaso una sonrisa lo que se dibuja en sus labios? ¿es alegría? ¿es cinismo? ¿O es solo la intuición de su destino?
¿Tendré el honor de compartir el mismo mundo que ella? ¿o me privaría hasta ese mínimo placer?
Un cambio imperceptible en el viento o un segundo flotando en el tiempo, un presentimiento, un susurro... Ella lo sintió y flotó... flotó como un ser llevado por el destino, su destino.
La sentí partir mucho antes de que pasara a mi lado, susurrando en silencio lo que ya estaba dicho, lo que nunca pudo decirse entre nosotros.
Me preguntó si la volveré a ver, si podré oler la esencia de sus sueños nuevamente, o si ya es tarde, si su eterno esté plagado de suspiros.. si en su muerte hay espacio para mi.